Aunque les parezca increíble cada kilómetro recorrido por un coche eléctrico evita que se emitan a la atmósfera 134,35 gramos de CO2 con respecto al mismo trayecto realizado con un vehículo de combustión. Cifra que quizás le puede parecer pequeña, pero si tomamos como referencia los 134 kilómetros que separan Burgos de Logroño, el ahorro en términos medioambientales equivalen a 18 kilos de CO2.
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Y aunque el coche eléctrico no emite gases de efecto invernadero de forma directa, ya que su motor no requiere de ningún proceso de combustión. Es decir, no echa humo por el tubo de escape…. La electricidad necesaria para recargar el vehículo sí deja una huella de carbono durante su proceso de generación. Comparando con el coche convencional es menor y supone una gran ventaja medioambiental.
Un vehículo eléctrico ahorra cada año a la atmósfera la emisión de hasta 2 toneladas netas de CO2, en relación a las emisiones contaminantes generadas por un coches de combustión térmica. Esta cifra incluye las emisiones asociadas a la fabricación de las baterías. Una de las diferencias entre el coche eléctrico y los coches de gasolina o diésel es que el primero requiere de unas baterías que almacenan la electricidad. Según el estudio ‘Cleaner Cars from Cradle to Grave’, realizado en 2015 por la UCS (Unión de Científicos Preocupados), las emisiones asociadas a la fabricación de estas baterías quedan compensadas durante el primer año o los primeros 15.000 kilómetros de circulación de un coche eléctrico.