La factura energética española volvió a aumentar en 2017 debido al aumento de la demanda y al repunte de los precios finales de la energía, según las conclusiones del Informe 2018 del Observatorio de Energía y Sostenibilidad, elaborado por la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE.
En concreto, el repunte de los precios internacionales de los combustibles en 2017 supuso un aumento del 53% de los gastos en energía primaria con respecto a 2016, con las consecuencias negativas correspondientes en la competitividad de la industria y la renta de los hogares.
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Esta evolución viene condicionada por elementos no gestionables, como el ciclo hidrológico o los precios internacionales de los combustibles. En un escenario de largo plazo, parece poco razonable fiar la sostenibilidad del sector energético a las precipitaciones, más aún en el caso español, que se enfrenta a un importante riesgo de bajada de las precipitaciones debido al cambio climático.
Energía primaria
El repunte de los precios internacionales de los combustibles en 2017 supuso un aumento del 53% de los gastos en energía primaria con respecto a 2016, con las consecuencias negativas correspondientes en la competitividad de la industria y la renta de los hogares.
El único sector que mantuvo su competitividad fue el refino, que de hecho aumentó su valor añadido en un 6% gracias a las exportaciones. La única solución a este respecto, más allá de mejoras en la fiscalidad que pueden ser únicamente transferencias, es la promoción del ahorro energético, y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles cuyos precios y volatilidad están también fuera de nuestro control.