El uso de pellets de madera como fuente de energía térmica se está imponiendo como la medida más sostenible en términos económicos, sociales y ambientales para luchar contra el cambio climático. Así lo consideran las asociaciones Avebiom y Bioenergyeurope, que destacan su uso para «fomentar el desarrollo rural, crear empleos y, al ser rentable, contribuir a un futuro sostenible, justo con nuestra sociedad y el medioambiente».
Una de las ventajas de esta fuente energética es su uso neutro en carbono. Si bien el carbono que generan las plantas con la fotosíntesis se libera con la combustión, las emisiones de energías fósiles son completamente diferentes, ya que el carbono liberado en la atmósfera se acumuló y almacenó en el suelo durante millones de años, argumentan las asociaciones española y europea.
El pellet contribuye a luchar contra el cambio climático, cuya herramienta principal es reducir el consumo de combustibles fósiles, que generan desde hace años una alta dependencia energética. Como indica la actual Directiva de Energía Renovable de la UE, se deben tener en cuenta las emisiones para el procesamiento y transporte de la biomasa, al igual que para otros combustibles fósiles. Los criterios de sostenibilidad en esta directiva aseguran que estas emisiones se mantengan al mínimo con estrictos requisitos de ahorro de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Además, se está haciendo un buen progreso en la investigación y el desarrollo de tecnologías para capturar y almacenar CO2, impidiendo que se emitan a la atmósfera. De cualquier forma, el consumo de un biocombustible como el pellet de madera producido en un entorno cercano será más sostenible que tener que importarlo en barco desde terceros países a miles de kilómetros.
La misma directiva europea garantiza que, con los criterios de sostenibilidad ambiental exigidos para todos los tipos de bioenergía, ésta se convierte en la única forma de energía con una garantía de abastecimiento sostenible, independientemente del origen geográfico. Estos criterios garantizan la biodiversidad, la calidad del suelo, la protección de la naturaleza, mantener el almacenamiento de carbono en el monte e importantes ahorros de GEI comparado con los combustibles fósiles.